El intervalo rotador, es un área de tejido triangular que funcionalmente permite movimientos alrededor de la apófisis coracoides, se encuentra limitado por el tendón supraespinoso arriba, el tendón subescapular abajo, la base de la apófisis coracoides medialmente y el ligamento humeral trasverso lateralmente. Es un complejo articular no solo de estabilidad estática si no también dinámica, que al mismo tiempo representa equilibrio entre fuerza y movilidad. Así pues el diagnostico de las lesiones del intervalo rotador representa un reto tanto desde el punto de vista clínico como radiológico, y requiere de un amplio conocimiento a nivel anatómico de las estructuras que forman parte de esta patología, especialmente de la porción intraarticular del ligamento coracohumeral, de tal modo que la complejidad anatómica y el pequeño tamaño de dichas estructuras hacen que el diagnóstico por imagen requiera de la realización de una artrografía por RM, mediante una técnica adecuada.
De tal modo que la patología del intervalo del rotador puede clasificarse en tres grandes procesos:
- Lesiones de la polea del tendón bicipital.
- Capsulitis retráctil o adhesiva, conocida también como hombro congelado.
- Laxitud, asociada a inestabilidad.
Todo lo anterior se ve reflejado en los síntomas y los factores de riesgo, ya que esta patología genera dolor, discapacidad en la realización de las actividades y disminución en la calidad de vida, dentro de los factores encontramos:
- Alteraciones estructurales y posturales.
- Traumatismos.
- Hábitos tóxicos.
- Genética.
- Influencia hormonal
- Enfermedades sistémicas.
Importante la edad, dos autores coinciden que a partir de los 40 años ya se comienza a afectar el manguito rotador, en cuanto a la epidemiologia se ha hecho difícil determinar y no está claro el origen del dolor del paciente.
Ahora bien en cuanto al abordaje y tratamiento, tenemos el conservador y el quirúrgico, el primero ofrece buenos resultados a corto y medio plazo, pero a largo plazo no ofrece resultados satisfactorios, por lo que la fisioterapia más la educación del paciente son claves en la recuperación, por otra parte el segundo que es el tratamiento quirúrgico, posee una escasa evidencia significativa de los resultados a medio y largo plazo.
Por consiguiente, para llegar al abordaje correcto, debemos tener en cuenta el conocimiento anatómico del hombro verlo como un conjunto ya que se compone de diversas estructuras, en segundo lugar el diagnostico en donde es fundamental la anamnesis y exploración física con el fin de diferenciar los distintos factores influyentes en el proceso, síntomas como dolor, limitación funcional, localización y patrón de irradiación, lo cual puede aportar más pistas sobre el origen de la patología.
Seguidamente la aplicación de test confiables y fiables, una exploración neurológica la cual es importante por los problemas de sensibilidad y reflejos así como la verificación de la fuerza muscular, cualquier alteración llevara y orientara a ciertos casos a la lesión, pruebas complementarias consideradas solo en aquellos pacientes donde el dolor es persistente o si se sospecha de afecciones de gravedad, tenemos entonces RX, Ultrasonido, y Resonancia Magnética, pero hoy en día la ecografía ha resultado ser una prueba que permite llegar a la raíz del problema y aplicar técnicas invasivas que ayudan a mejorar la lesión.
En consecuencia, después de conocer cómo trabajan los tratamientos conservador y quirúrgicos y sus resultados , encontramos el abordaje intervencionista, infiltraciones y bloqueos que se realizan de manera eco guiada, por ecografía para tener una mejor precisión de lo que se va hacer en el complejo articular del hombro, importante realizando cortes trasversales y longitudinales, las complicaciones son mínimas suelen aparecer hematomas e infusión intravascular a la punción, y aunque algunas son infrecuentes y reducidas en comparación con otras, pues las técnicas invasivas siguen hoy en día siendo la mejor opción de tratamiento.